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  1. JOYAS ESENCIALES I (El colgante Solitario)

    En el mundo de las joyas, como en la literatura, nos encontramos piezas que por su popularidad y versatilidad se convierten en bestsellers atemporales: funcionan bien en cualquier ocasión y en muchos casos acaban siendo esas joyas que uno identifica como esenciales en su tocador.

    Estas piezas parecen quedar al margen de las modas, mejor dicho, siempre están de moda y se adaptan como camaleones a cualquier fondo temporal. Hoy empezaremos la serie de Joyas esenciales con el colgante solitario, es decir un colgante que se compone de un diamante con muy poca montura para que resalte la piedra y con una cadenita fina también. Tanto en oro blanco como en oro amarillo resaltan y embellecen el cuello de millones de mujeres en el mundo. No se nos ocurre una situación en la que esta pieza esencial no quede bien, ya sea con boca rusa, con grapas, con balía o sin ella se puede llevar tanto cuando uno está relajándose de fin de semana como en un evento de etiqueta.

    A la hora de regalar una joya, un modo de asegurar una buena compra es precisamente confiando en esos “clásicos esenciales” como lo es la pieza de la que hablamos hoy.

    Otra ventaja de esta joya, es que se puede llevar sola o combinada con pendientes a juego, pendientes con diamantes del mismo tamaño que el colgante o distintos, ahí ya entra el gusto personal de cada uno y si le gusta que resalten más o menos, tanto el colgante como los pendientes o ambos.

    En Joyería Moré, desde el primer día producimos en nuestro taller estos “puntos de luz” como se les llama también, en todas las medidas y formas posibles. Con diamantes de todos los pesos, desde el más pequeño hasta con piedras de tamaños considerables, dependiendo siempre del gusto de quien quiera lucir esta Joya esencial.

     

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  2. Los relojes hoy en día

    Vivimos en un mundo rodeado de nuevas tecnologías. Cada día que pasa disponemos de aparatos, aplicaciones y servicios más rápidos, más conectados, más eficientes. Podemos consultar, en segundos, pronósticos meteorológicos, noticias, hacer la compra o reservar unas vacaciones. Exigimos inmediatez y es notorio que el desarrollo tecnológico nos ha facilitado la vida.

    Los tiempos cambian y nosotros nos adaptamos a ellos. Con la aparición de la imprenta en el siglo XV de la mano de Gutenberg, algunos temían que desapareciese nuestra habilidad de escribir y de no ser capaces de recordar las palabras que formaban nuestros idiomas y que quedaban plasmadas en aquellas primeras fibras vegetales, pieles e incluso grabadas en piedra. Lejos de desaparecer la lengua, pudimos reproducir y compartir nuestras culturas más allá de los valles dónde las sociedades vivían. Es así como durante siglos han convivido un sinfín de utilidades como la escritura manual con la imprenta, la prensa escrita con la prensa digital, los instrumentos musicales clásicos con los instrumentos y sonidos nuevos producidos por amplificadores y sintetizadores, y también es así como a día de hoy convivimos con los relojes analógicos y digitales, con los relojes de cuarzo y los relojes automáticos y con todo aquello que también nos indica la hora: un gallo que canta a los primeros rayos de sol, el campanario que resuena sus campanas, o los llamados dispositivos inteligentes.

    En Moré creemos que un reloj es mucho más que un mecanismo de precisión dónde poder consultar la hora.  Nos apasiona vender máquinas del tiempo, porque estamos ofreciendo un instrumento que a pesar del auge de las nuevas tecnologías sigue presente en nuestras vidas. Sigue presente por varias razones, que, aunque intangibles, son fundamentales en la pesonalidad de cada uno. Un reloj es alma y personalidad, una pieza que muestra quien somos y como somos. Muestra si nos gusta algo completamente digital hecho de policarbonatos y goma que nos tiene hiperconectados y que cuenta los pasos que damos o como dormimos… o si, por otro lado, nos gusta una máquina mecánica, con cientos de piezas diminutas que bien ensambladas calculan el paso del tiempo y nos lo muestran en espléndidas esferas de materiales preciosos…

    La mayoría somos de varias facetas, no queremos estar siempre hiperconectados, y a veces queremos disfrutar y vestir piezas especiales. Es por eso que a día de hoy y en el futuro siempre se llevarán todos los tipos de relojes. Ya pasó cuando los japoneses inventaron el cuarzo y los relojes pasaron de ser el lujo de unos pocos al día a día de muchos, varias voces preveian el final de los relojes mecánicos… pero 80 años más tarde los amantes de los relojes siguen apreciando (y no les faltan razones para ello) lo maravilloso que es que, al encajar diminutas piezas de distintos materiales hechos para durar, empiece el movimiento suave de las ruedas y agujas para marcar el paso de nuestras vidas, y esas máquinas, paradójicamente, en un mundo tan veloz e hiperconectado nos permiten parar y disfrutar del tiempo.

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